Tenemos la costumbre (o el vicio) de cuestionarlo todo. Las respuestas las brindamos a través de la estrategia de marca, que siempre se asienta en las conclusiones de la auditoría de mercado y de tendencias nacionales e internacionales. En esta ocasión de los sectores de turismo y hospitality. 

Así nos dimos cuenta de que el viajero actual se siente aventurero, explorador o flâneur. Pero nunca turista. Acostumbrados a la cultura de Airbnb, los nuevos viajeros esperan autenticidad, conexión y personalización en los hoteles. Eso obliga a innovar en comodidades, servicios, atención, ambiente, diseño y, por supuesto, en la experiencia en sí misma.

La voluntad de ir más allá de crear un hostel con literas a modo de barracón, se vio reafirmada por 5 grandes decisiones de negocio:  

1. Cambiamos la zonificación y rehicimos los planos para separar claramente las zonas comunes de las privadas. 

2. Eliminamos 30 camas. Un aparente sacrificio económico con el que se ganaba en experiencia de usuario y valor añadido. Nos permitía crear distintas tipologías de habitaciones para diferentes tipos de viajeros; aumentar el número de baños privados y compartidos, 

3. Cambiamos un sala común por un spa, con el que satisfacer la demanda de opciones wellness, cada vez más común entre quienes viajan.

4. Aumentamos la tipología de habitaciones. Nuestro target era Millennial. Pero en la auditoría vimos que las familias cada vez viajan más de hostel. Así que propusimos tenerlas en cuenta. 

5. Hicimos un esfuerzo por privatizar habitaciones. Ir de hostel no significa renunciar a la intimidad.

A partir de ahí desarrollamos la estrategia de marca de este proyecto integral de branding e interiorismo estratégico, con el objetivo de que fuera conceptualmente potente, coherente y experiencial. Así creamos un auténtico pulmón verde (inspiradas por la práctica espiritual japonesa del Shinrin Yoku) que conjugaba dos pasiones compartidas con nuestros clientes: el arte y el diseño.

We WANNA break the rules.

Hace más de 300 años, Newton predijo que el mundo se acabaría en 2060. Esta fecha, lejos de disuadirnos, nos pareció una invitación para vivir el ahora. Algo que en nuestro día a día no siempre hacemos. Pero que indudablemente debemos hacer mientras viajamos. Así nació el concepto creativo del hostel, que imaginamos como un refugio para los amantes de la vida, el mejor lugar desde donde esperar el fin del mundo. 

Creamos una marca minimalista y conceptual, que evoca el fin del mundo con una línea divisoria a modo de horizonte. La tipografía futurista resalta la lejanía de la fecha a la vez que enfatiza la modernidad del concepto.

El universo visual se ancla en el carpe diem y por eso es libre, joven y muy estético. Se inspira en las composiciones de imprenta de la época y las ilustraciones botánicas a color. Ambas están muy presentes en la propuesta de interiorismo: desde el grafiti exterior, a la gráfica aplicada a los espacios, la señalética, el merchan, la web y todos los soportes de comunicación desarrollados (papelería, flyers, mapas, cartelería, etc.). 

El universo verbal enfatiza la urgencia de vivir el ahora con un toque de humor, mediante mensajes diseminados por todos los rincones del hostel.